Hace diez años, después de una sesión de yoga, mi maestro Bernardo Kushala Camarena, nos comentó que uno de los objetivos de las prácticas del yoga y la meditación es contemplar que el “dolor es inevitable mientras que el sufrimiento es opcional”.
Desde ese momento, esta enseñanza me ha acompañado como un punto de anclaje para recordarme constantemente el propósito de lo que hacemos dentro y fuera del tapete de yoga. Pero, ¿a qué nos referimos con esta contemplación? Para los budistas, la indagación de la mente y las emociones está relacionado con un concepto que denominan dukkha. Tradicionalmente traducimos esta palabra como “sufrimiento” pero va más allá. Originalmente significa “rueda” y parte de la noción de que, si la rueda de un vehículo está en mal estado o deteriorada, pues el carruaje tarde o temprano cederá y nos caeremos. Por esta razón es importante detenernos y reflexionar sobre las condiciones en las que se encuentra la rueda que sostiene nuestra existencia. Pregúntate si es un auxiliar para transitar en esta experiencia que llamamos vida o es un escollo que continuamente te causa problemas. Si vivimos de tal manera que el sufrimiento es una condición casi cotidiana, surge una insatisfacción natural y buscamos un camino que nos ayude a erradicar esta situación. Los budistas recomiendan primero reconocer qué es el sufrimiento ya que no podemos cambiar algo si no sabemos exactamente qué es. Y en este sentido, de acuerdo con Tai Morello, autor del libro Budismo para principiantes, los textos de esta tradición generalmente dividen dukkha en tres diferentes categorías:
Cuando desarrollamos una percepción clara de nuestra experiencia aunada a una comprensión correcta de este fenómeno estamos asegurándonos que la rueda que sustenta nuestra existencia no se convierta en un obstáculo. A través de la práctica de las posturas de yoga, los ejercicios de respiración y la meditación logramos afinar nuestros sentidos de percepción para visualizar no solo un árbol sino el bosque completo de lo que ocurre a nuestro alrededor. Y desde este estado, debemos practicar la contemplación para que asimilemos el conocimiento como una vía para disminuir el sufrimiento. Así pues, regresando a la primera gran categoría de dukkha, uno de los temores más grandes del ser humano es el miedo a la muerte. Abandonar este cuerpo físico nos atemoriza. Por eso la enfermedad y el envejecimiento nos causan dolor. Aunque es la única certeza dentro de este mar de incertidumbres, la llegada de la muerte nos atemoriza. Si bien es un proceso que no podemos detener, si fortalecemos nuestra noción de habitar en el aquí y el ahora, desarrollaremos nuestras capacidades y resolveremos los desafíos con creatividad. La muerte llegará cuando tenga que llegar. Así vive una persona sabia. En el trabajo, parece que envejecer es una desgracia. Tememos ante la llegada de las nuevas generaciones. Vivir en constante comparación y competencia con los demás te aleja del campo infinito de posibilidades a tu alcance. Respira, medita y enfócate en el presente. La segunda categoría está asociada al sufrimiento que se genera por el cambio. Sin embargo, al igual que la muerte es la única certeza que tendremos que afrontar los seres sintientes. El cambio constante es la condición que permea en todo lo que existe. Vivimos en constante transformación. Todo surge, se sostiene y se disuelve. Por eso es necesario la práctica de Vairāgya o desapego. Pattinathar Pillai fue un gran sabio originario de Tamil Nadu en India. Vivió entre los siglos X y XII cuando la India comercializaba ampliamente con Malasia, Indonesia y otros países. En uno de sus poemas escribió: No te aferres a la falsa realidad de este mundo, que es como un espejismo al que el viento se lleva en un instante. Los que ahora son recordados, serán olvidados, y los que que ahora son olvidados, en algún momento serán recordados. Los que se aman en algún momento se van a detestar y los que se detestan en algún momento se van a amar, de esto me he dado cuenta. Trabajos vienen, trabajos se irán. Relaciones se fortalecerán otras cambiarán, al año de adquirir tu celular de última generación, vendrá uno con nuevas innovaciones. Si sustentas tu felicidad en que nada cambiará, solo le abrirás la puerta al sufrimiento. Medita y contempla que todo está en constante transformación. Finalmente está la categoría del sufrimiento que surge cuando alguna situación o persona no cumple con nuestras expectativas. Una tendencia de la mente que surge de manera continua es expresar inconformidad, quejarnos todo el tiempo. Para la mente es más cómodo manifestar una inconformidad que buscar soluciones creativas. Así que un buen entrenamiento es abstenernos de quejarnos. Prueba por un día y observa el efecto en tus emociones. Y también contempla que, si bien no puedes controlar lo que sucede en el exterior, si puedes aprender a manejar la manera en que te relacionas ante este fenómeno. Como un buen amigo me enseñó alguna vez: “el problema no es el problema. El problema es cómo nos relacionamos con el problema”. .
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¿Para qué practicar yoga si a la menor provocación te rindes a tus emociones? ¿Vale la pena realizar uno, dos, diez, ciento ocho saludos al sol para que al terminar regreses a tus hábitos de juzgar y compararte con los demás?
La respuesta es sí. Sí vale la pena seguir practicando. No dejes pasar más tiempo porque un día que no meditaste, que no te hiciste consciente de tu respiración, que hiciste caso omiso a lo que tu cuerpo necesita, es un día perdido. Pero no te quedes ahí. Swami Shantananda, un investigador que se ha enfocado al estudio del Shivaísmo de Cachemira, enseña que para vivir en contentamiento es indispensable desarrollar una percepción clara y un entendimiento correcto de la experiencia. La práctica de posturas, los ejercicios de respiración, el alimentarnos conscientemente y el cultivo de la atención plena nos permiten desarrollar una percepción clara de la experiencia. Es decir, sin la salud mental, emocional y del cuerpo físico, será muy complicado percibir con claridad los fenómenos cambiantes del mundo que habitamos. Swami Chinmayananda escribió en sus comentarios a la Bhagavad Guita que “Mind es man”, es decir, cómo es la mente, es el individuo. Una mente iracunda, percibirá al mundo como un lugar hostil y agresivo donde la ley del más fuerte es la que impera. Un cuerpo que adolece de migraña, gastritis, imposibilidad para conciliar el sueño, etcétera, percibirá al mundo como un lugar de enfermedad y sufrimiento. Por otro lado, una mente en calma y serena verá al mundo con mayores posibilidades para tomar mejores decisiones desde una posición del testigo, consciente de que la realidad es cambiante. Y no se trata de evadirnos y simplemente habitar en un pensamiento positivo. El objetivo es no solo ver el árbol, sino el bosque completo. Un principio que siempre debes considerar es que todo está en constante transformación. Nada permanece estático. Todo surge, se sostiene y se transforma. Nacemos, crecemos y abandonamos este cuerpo físico. Lo mismo ocurre con las relaciones afectivas, los empleos, los bienes materiales, etcétera. El sufrimiento surge de aferrarnos a que la realidad es estática. El “vivieron felices para siempre” de los cuentos de hadas no existe. Es más preciso afirmar: “Pasaron varios años de profundo entendimiento y complicidad, sorteando con gran asertividad los desafíos propios de un mundo en constante transformación”. Por eso, es fundamental añadir a la percepción clara, el entendimiento correcto de la experiencia. ¿Por qué pensamos lo que pensamos? ¿Por qué decimos lo que decimos? ¿Por qué actuamos de cierta manera y no de otra? Si nos mantenemos en simplemente desarrollar una percepción clara, no lograremos una transformación profunda de los hábitos que nos causan sufrimiento. Y aquí viene el esfuerzo correcto. No abandones tu práctica, pero recuerda que la disminución del sufrimiento no está en dominar una postura, pararte de cabeza o terminar la primera serie del Ashtanga Yoga. Debes practicar Vichara, la indagación de la experiencia, para entender el funcionamiento de la mente. Primero a través de la observación que te brinda el estado de meditación. Swami Satyananda afirma que este estado es “el único momento en que no tenemos que hablar, ni oír, ni ver, ni reaccionar, y tenemos la posibilidad de sumergirnos en el silencio. Esto puedo ocurrir ahora o dentro de tres años, pero es en estos momentos sagrados de no mente donde puede tener lugar el reconocimiento directo de lo que somos”. Después de consolidar una práctica de meditación debes practicar jñana yoga, el yoga del conocimiento. Lee y aprende a escuchar. Acércate a los libros que explican lo que ocurre en la mente. Busca la enseñanza de maestros que han recorrido el camino y logran abordar con claridad lo que ocurre en este proceso. No malgastes tu tiempo. Esta experiencia que llamamos vida está en constante transformación. Desde que inhalamos nuestro primer aliento cuando salimos del útero materno hasta la última exhalación al abandonar este cuerpo físico, la vida no para de transformarse. Aplica el discernimiento y la indagación para hacerte consciente del esfuerzo correcto. ¿Te hace sentido? Conocí a Bernardo Fernández Bef hace 14 años. Fue el ganador del Premio de Novela Negra Otra Vuelta de tuerca que organizaba el gobierno de Querétaro y publicaba Joaquín Mortiz. En esa época, la novela galardona fue Tiempo de alacranes.
Cuando leí la novela, quedé gratamente complacido porque descubrir a un joven escritor con oficio y habilidad para atrapar al lector. En los pasillos de la editorial, le pregunté cuál sería su siguiente proyecto. Esperaba escuchar que seguiría por la línea de la novela policiaca pero no. Su respuesta me sorprendió. Me dijo que estaba trabajando en una novela de dragones ambientada en Mexicali, Baja California. Debo confesar que su respuesta me sorprendió porque en ese entonces no era concebible una historia con esos matices en el ambiente literario que se vivía en México. Sin embargo, poco tiempo después, el propio Bef me dio esta gran lección como editor al publicar Ojos de lagarto y comprender que es primordial deshacernos de prejuicios de las temáticas que marcan la tendencia del mercado de libros. Por eso celebro que, a diez años de su publicación, editorial Océano lance una nueva edición para la delicia de los lectores. No me atrevería a calificar la novela como historia dirigida exclusivamente al público juvenil por los elementos de fantasía. Los nuevos tiempos nos han demostrado que una serie donde una mujer tiene en su ejercito a dos dragones nos mantiene anclados frente al televisor todos los domingos de manera puntual. Diría que es una novela que lo mismo la disfrutarán jóvenes que adultos. Todo comienza con el incendio de 1923 ocurrido en el barrio chino de Mexicali, mejor conocido como La chinesca. Este hecho real detonó en Bef el impulso para contar esta historia. Después del incidente, se descubrió que las casas del barrio estaban conectadas por túneles subterráneos que permitían el tráfico de opio y alcohol. ¿Y si este incendio había sido provocado por un dragón chino que habitaba en este submundo? ¿Y si un cazador sabía de la existencia de este ser fantástico y estaba obsesionado con su captura? Las respuestas las encontrará el lector en esta novela mientras es testigo de los últimos revolucionarios que huyan del nuevo orden político y se topan con una espía que intenta acercarse a Pancho Villa para que firme una alianza con Alemania. Una historia trepidante que avanza gracias a sagaces aventureros, ambiciosos traficantes de especies exóticas, sabios paleontólogos y un humilde veterinario oriundo de Guanajuato que espera cruzar junto a su hijo la frontera a Estados Unidos son solo algunos de los elementos de esta novela de aventuras y fantasía que me remonta gratamente a las épicas películas de Indiana Jones creadas por Steven Spielberg. Ojos de lagarto Bernardo Fernández Bef Editorial Océano 296 pp Con cierta sorpresa, me enteré que el pasado 24 de abril se presentó en Valencia, España, el primer libro escrito solo con emoticons bajo el título de Book from the Ground y cuyo autor, el artista chino Xu Bing, aborda la problemática del lenguaje como una barrera para acceder al conocimiento.
Sin lugar a dudas, este libro compuesto por más de 80 mil emoticons y editado por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana toca una fibra sensible que pone en la mesa de discusión la forma de acceder al conocimiento en un mundo donde la imagen comienza a predominar sobre la palabra, como si viviéramos un retroceso a la época donde la oralidad quedaba plasmada en pinturas rupestres. Ante este escenario, veo con beneplácito que en las listas de los más vendidos sigan apareciendo libros de divulgación escritos por grandes pensadores que se han dado a la tarea de fomentar el diálogo y el debate de las ideas con gran habilidad para la divulgación entre amplios sectores de la población. Y para este fin de semana, quiero recomendarles la lectura de dos libros. El primero es sencillo encontrarlo en formato digital y se trata de Un largo sábado, publicado por editorial Siruela en 2016 y que va en su quinta reimpresión. Este ensayo aborda las conversaciones que la periodista francesa Laure Adler sostuvo en Cambridge con George Steiner, el escritor judío galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. De extensión corta, 144 páginas, pero de gran profundidad, los diálogos entre Adler y Steiner nos permiten reflexionar sobre nuestro legado, la importancia de la creación literaria y la música, la lectura de los clásicos, el judaísmo y las grandes mitologías de la actualidad como él las define: el psicoanálisis y el marxismo. Y como seguro los lectores quedarán con esta necesidad de leer más para entender este mundo globalizado y complejo, recomiendo acercarse a la obra de Yuval Noah Harari cuya publicación más reciente, 21 lecciones para el siglo XXI, ha inundado las librerías de nuestro país. En este libro de 408 páginas publicado por editorial Debate, Harari examina algunas de las cuestiones que reclaman nuestra atención como parte de esta gran tribu que habita el planeta para evitar una catástrofe global. El autor está convencido que no resolveremos con éxito estos desafíos a partir de las identidades tradicionales y centralistas que han caracterizado al resurgimiento del nacionalismo en varios países. Yuval Noah, doctor en historia por la Universidad de Oxford, no se tienta el corazón y advierte que “a la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. En una época donde el mercado lo es todo, la inmediatez obliga a tomar decisiones que ha derivado en una crisis ecológica donde los implacables avances de las armas tecnológicas y de destrucción masiva, aunadas al desarrollo de la biotecnología, la inteligencia artificial y los sistemas de defensa que justifican la invasión de la privacidad toman mayor relevancia apuntan hacia las necesidades de hoy sin avizorar el futuro a mediano plazo del planeta. Cabe destacar que el profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Noah Hariri, ha declarado en varias entrevistas que mantener la claridad en su narrativa mientras escribe sus textos ha sido resultado de su práctica de meditación Vipassana que le ha permitido entrenar a la mente para distinguir entre los acontecimientos que son importantes y los que no lo son. Hoy más que nunca, resulta importante revisar a estos autores que invitan a la reflexión y ofrecen una visión amplia de este mundo tan complejo que nos ha tocado vivir. Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler George Stainer https://www.amazon.com.mx/dp/B01DO9OFI6/ref=cm_sw_em_r_mt_dp_U_zihZCbG1B1R9T 21 lecciones para el siglo XXI Yuval Noah Hariri https://www.gandhi.com.mx/21-lecciones-para-el-siglo-xxi-795214 |
Daniel mESINOEditor de libros, instructor de yoga, director y fundador de www.yogaentuempresa.com Archivos
Abril 2023
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