Estoy leyendo un libro que ha llamado poderosamente mi atención. Se trata de El club de las 5 de la mañana publicado por Grijalbo y cuyo autor es Robin Sharma, reconocido mundialmente como uno de los mayores expertos en liderazgo y crecimiento personal.
Sharma comienza con dos aseveraciones que considero necesario resaltar. En primer lugar, afirma que la “vida es demasiada corta como para ser modestos con nuestros talentos” y remata señalando que nunca antes la humanidad había estado tan distraída como ahora con los teléfonos celulares y otros dispositivos. “El uso incorrecto de la tecnología es lo que está echando a perder la mente de la gente, dañando su productividad y destruyendo el propio tejido de nuestra sociedad”, advierte el autor también del bestseller internacional El monje que vendió su Ferrari. Recuerdo perfectamente cuando hace un par de décadas se hablaba de la televisión como la caja idiota ya que, ante la proliferación de estos aparatos en los hogares, la gente destinaba gran parte de su tiempo frente a la pantalla y dejaba de interactuar con otros miembros de la familia. Otra de las consecuencias de destinar gran parte al consumo de contenido que emitían las cadenas de televisión era que el desarrollo del discernimiento y el criterio se coartaba porque no se fomentaba un crecimiento intelectual a partir de la reflexión, la lectura o la capacitación. Con el arribo de las redes sociales, los teléfonos inteligentes y la distribución de contenido digital o streaming, creímos que nosotros, como audiencia, teníamos el poder en nuestras manos de decidir qué ver, escuchar o leer, ya que no dependeríamos más de dos compañías que ejercían el duopolio del manejo de la información y el entretenimiento. Arropamos el sueño de recibir a Facebook y Twitter como campos fértiles para el intercambio de ideas y reencontrarnos con los amigos; imaginamos que los nuevos sistemas de comunicación como WhatsApp nos acercarían más a nuestros seres queridos y recibimos con gran beneplácito la velocidad instantánea del correo electrónico como un aliado para acelerar acuerdos y cerrar negocios. Asumimos ilusamente que la victoria era nuestra bajo la convicción de que ninguna empresa de creación de contenidos volvería a imponernos sus criterios. Por fin, el poder estaba en nuestras manos. Solo bastaba con apagar el teléfono celular, dejar de ver Netflix, desconectarnos de Facebook, ignorar los mensajes de Twitter, establecer horarios para contestar correos y responder a los mensajes de WhatsApp… Pero la realidad nos alcanzó. Evidentemente, no podemos permanecer ajenos a los avances ni vivir aislados pero, como bien lo señala Robin Sharma: “el buen uso de la tecnología es algo extraordinario. Lo que realmente me preocupa es la gran cantidad de maneras estúpidas en las que la gente la utiliza. Muchas personas con capacidades notables padecen el 'síndrome de pérdida de concentración'”. Y es que ya no podemos estar ajenos a las tendencias. Todos queremos ser trending topic. Vivimos anclados a nuestro teléfono celular esperando el WhatsApp anhelado o el correo electrónico de la negociación que iniciamos. La espera causa ansiedad. ¿Cómo vivir y organizarte cuando recibes un promedio de 200 correos al día? Si olvidas tu teléfono celular, experimentas una sensación de orfandad y exclusión de un mundo híper conectado. Por eso, hoy más que nunca es necesario darnos un break, crear espacios para desintoxicarnos de la cantidad de información que recibimos al día. Al detenernos nos abrimos a la posibilidad de reflexionar y generar una inteligencia intuitiva que nos ayuda a tomar mejores decisiones. La información ya no es la gran ventaja competitiva que caracterizaba a los gerentes más productivos y eficientes de las décadas de los setenta y ochenta. Basta con abrir Google y consultar Wikipedia. Los datos, las estadísticas y los hechos están para todos. El desafío de los nuevos gerentes está en desarrollar la habilidad para la toma de decisiones a partir de la selección de información de un mundo que está en constante cambio. Meditar es una vida ideal para crear estos espacios de claridad y creatividad. Los ejercicios de hatha yoga no solo permiten una estabilidad en la salud del cuerpo, sino que además lo preparan para mantener una postura cómoda y firme durante los procesos de meditación. Swami Shantananda es un investigador y divulgador de una de las escuelas de pensamiento que más ha influenciado a la filosofía del hinduismo y es el Shivaísmo de Cachemira. Él explica que “para el yoga, lo más importante es el sujeto conocedor, ya que el sujeto es el origen de todos los actos cognitivos”. Si estás perturbado emocionalmente, todo lo que suceda a tu alrededor será caótico. Si estás saturado de información, tu mundo será asfixiante. Shantananda continúa: “El sujeto es la verdadera autoridad del conocimiento, el que entiende lo que realmente ocurre, quién le da sentido a su mundo, tanto interior como exterior”. Así pues, si deseas alejarte del síndrome de la pérdida de concentración, no debes esperar más. Si quieres establecer una relación más armónica contigo y tu entorno: 1. Asigna una hora al día en la que no consultarás tu teléfono celular ni redes sociales. 2. Dedica 30 minutos a estirar el cuerpo, ejercitarlo. El hatha yoga es una buena opción, pero también puedes practicar otros deportes como la natación o simplemente caminar. 3. Medita. Sin meditación no generarás estos espacios necesarios para el desarrollo de la claridad mental y la intuición. 15 minutos al día está bien para comenzar. 4. Sustituye el contenido en streaming por la lectura. El proceso cognitivo al leer es distinto. Incluso, opta por la lectura en papel, no en digital. 5. Descansa y una hora antes de dormir, abstente de consultar tu teléfono celular o ver la televisión. Apaga las luces y descansa. No es un lujo. Es una necesidad. Lectura recomendada: Sharma, Robin, El Club de las 5 de la mañana, Grijalbo, 2019, México.
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Hace ya varios años, cuando platicaba con el escritor Francisco Rebolledo sobre su novela La ministra, la historia de una académica que llegó a ser secretaria de Educación y cómo este ascenso la llevo a un espiral de corrupción y turbias negociaciones. En esa ocasión, Paco me dijo que percibía que ningún ser humano se libraba de la seducción del poder.
Y en el contexto actual que vive el país, no puedo dejar de pensar en el desempeño de los nuevos y viejos políticos que ahora gobiernan y que me remite a La doble vida de Jesús de Enrique Serna, publicado en 2014 por Alfaguara. Jesús Pastrana, el protagonista de esta historia, es síndico del ayuntamiento de Cuernavaca que quiere convertirse en presidente municipal a través de la firme convicción de ser recto, legal y justo. En medio del camino, se le atraviesa el narco, que ha infiltrado en todos los niveles de gobierno, y el amor escandaloso de Leslie, un travesti, que podría ser su talón de Aquiles en su carrera política. A partir de ese momento, la pluma de Serna nos adentra en los desafíos que Pastrana debe sortear todos los días para cumplir su anhelo de mejorar las condiciones del ayuntamiento y desmantelar las redes de corrupción que el gobierno ha tejido con el narco al mismo tiempo que asume su condición homosexual: “Ahora se arrepentía, pero quizá mañana se arrepintiera de arrepentirse, un circulo vicioso que alejaría más y más de la salvación”. El mismo Serna señaló en una entrevista a un diario de circulación nacional que escribió esta historia a partir de una pregunta: “¿qué pasaría si yo fuera un político honrado, que tratara de abrirse camino en estos momentos, que aspirara a hacerse alcalde de la ciudad donde vive, Cuernavaca?, y a qué me enfrentaría en ese largo camino, primero, con las luchas interna de mi partido, con la estructura de poder paralela del narcotráfico y a qué me llevaría todo eso”. Sin lugar a dudas, recomiendo buscar esta novela del autor, entre otros libros, de El seductor de la Patria o Fruta verde. Su humor y mirada asertiva de la realidad nacional merece ser revisada en las 344 páginas de este libro que se encuentra disponible en formato impreso y digital. Al final, en un acto de arrepentimiento, el narrador de La doble vida de Jesús comenta: “Su delito había sido exigirle mucho a la vida, querer arrancarle amor, poder, gloria y un mejor gobierno. Nada tenía de malo desear lo mejor para uno mismo y para los demás”. Hace un par de semanas, visité uno de los países que más me ha deleitado y se trata de Turquía. Fui por trabajo y aproveché para quedarme y conocer esta tierra así que estuve 14 días en Estambul, una de las ciudades principales de está nación que es el puente entre Asía y Europa. Su riqueza cultural e histórica es impresionante, así como sus calles llenas de librerías y sus callejones con cafés, restaurantes y comercios que abren las 24 horas del día y que se mezclan con esa religiosidad del pueblo musulmán cuya presencia es constante no solo por las hermosas mezquitas que están por doquier sino por el llamado a la oración que resuena en toda la ciudad tres veces al día.
Profesionalmente fue también una de las experiencias más gratificantes porque me permitió conocer otros mercados y estrategias de una industria editorial que supera, con creces, lo que ocurre de este lado del mundo. Así pues, a mi regreso de un sueño idílico hecho realidad y tras 29 horas de vuelo, en México me doy cuenta que una de mis tarjetas bancarias fue clonada y que utilizaron los recursos que tenía destinados para efectuar varios pagos. Luego, Chester, mi bóxer de siete años, presentó una inflamación en uno de sus ganglios que me angustió al pensar que se trataba de un tumor cancerígeno que es común en estas razas así que tuvimos que operarlo para descartar cualquier situación que pusiese en riesgo su salud. Este golpe fuerte de regreso, me hizo reflexionar sobre lo que la filosofía del yoga enseña acerca de la dualidad de la vida. La naturaleza de todo lo que existe está en constante cambio. Existen tres cualidades siempre presentes que se denominan gunas y que se expresan como luminosidad o estado sátvico, letargo o estado tamásico y agitación o estado rajásico. Es fácil identificarlas. Solo contempla que hay mañanas en los que te despiertas con gran claridad para tomar decisiones, otros días te sientes pesado, depresivo y falto de energía o, por el contrario, en ocasiones experimentas una gran agitación, con ansiedad y desesperación por hacer una gran cantidad de actividades. El ideal es establecernos en un punto medio: ni una apatía desmedida ni una agitación desbordada. Estas tres cualidades de la naturaleza, originan los pares de opuestos que van de la luz a la oscuridad, de la noche al día, de la alegría a la tristeza, de la vitalidad al cansancio, etcétera. En India, los pares de opuestos son evidentes constantemente y llega un momento en el que nos convertimos en testigos de este juego de manifestaciones cambiantes. Así pues, a lo largo de la vida, nos tocará navegar por aguas tranquilas y gratificantes, pero también habrá que maniobrar ante las tormentas y las grandes olas que amenazan nuestra estabilidad. Meditar y realizar nuestras prácticas en los momentos pacíficos es esencial porque nos preparamos para los grandes desafíos que nos sacan de nuestra zona de confort. Así que es importante (1) nunca abandonar tu práctica cotidiana. Un día sin meditar, contemplar o ejercitarte es un día perdido. (2) Aprende a ser el testigo de tu propia transformación. ¿Qué necesitas? ¿Qué debes trabajar para ser la mejor versión de ti mismo? Elige aquello que te permita establecerte en ese estado luminoso, de una mente clara. (3) Enfócate en aquello que quieres erradicar o mejorar en tu vida. Si has decidido, por ejemplo, que es la disciplina, mantente alerta, con una mente receptiva. Nunca sabes cómo las enseñanzas se presentarán ante ti. (4) Eres tu mejor compañía. Con una mente clara, luminosa e intuitiva, tomaremos mejores decisiones. Al final, los únicos que establecemos una relación con este mundo cambiante somos nosotros mismos. Si esperamos a que nos rescaten, viviremos en una dependencia que solo nos traerá decepción y sufrimiento. Somos nuestra mejor compañía y por eso, debemos acompañarnos bien. Y finalmente, con un corazón abierto resultado de una mente luminosa, descubriremos que (5) nunca estamos solos. Incluso en los momentos de mayor oscuridad. Cuando el miedo me había imposibilitado al pensar en la posibilidad de que Chester tuviera cáncer, me topé con una amiga en la calle que me dijo: “vamos, tienes que llevarlo al veterinario ya. No esperes. Aquí tengo uno que no es caro y son de lo mejor. Es más, diles que vas de mi parte”. Ese encuentro me dio tranquilidad y fue la mejor decisión que tomé. Por eso es importante cultivar la buena compañía. Nunca sabes cuándo se manifestaran los frutos. Para muchos de nosotros, al hablar de Turquía y sus 85 millones de habitantes, nos remite a uno de sus escritores más conocidos en Occidente: Orhan Pamuk.
Hace un par de días, visité Estambul, una de las ciudades más emblemáticas de este país que, por su situación geográfica ha sido punto clave para el encuentro político, cultural y económico entre Asia y Europa. La capital, Ankara, es el centro administrativo de una nación que ha adoptado el lema de “paz en la casa, paz en el mundo”, con esa bandera icónica que representante la fuerza de sus habitantes de mayoría musulmana. Con una industria editorial pujante, es necesario mirar hacia ese lado del mundo que ha conquistado a los hispanoparlantes con los melodramas cuyas temáticas y valores son similares a las telenovelas mexicanas que ayudaron a construir la época dorada de Televisa, el emporio televisivo del Tigre Azcárraga en la década de los ochenta. Un dato revelador que nos obligar a dirigir nuestra atención hacía esta nación es que en la tierra del premio Nobel de Literatura 2006, el 90 por ciento de su población está alfabetizada y las librerías inundan las calles en barrios tan vibrantes como Tasmik. A diferencia de nuestro país, cuando uno visita una librería en los callejones vibrantes de Estambul se encuentran con una oferta que permite al futuro lector apreciar el diseño del libro sin sentirse abrumado con una gran cantidad de títulos que inundan los anaqueles. Orhan Pamuk nació en Estambul en 1952 y vivió una época bajo el cuidado de sus familiares. Uno de sus tíos, periodista y poeta, fue quien lo adentró en el mundo de los escritores cuyos libros, despertaron una pasión inusitada en el entonces joven Pamuk. El también autor del Museo de la Inocencia, uno de sus libros más ambiciosos, se dedicó un tiempo a la pintura y a la fotografía, actividad que le permitió crear imágenes de los barrios pobres y sus costumbres asiáticas y de sus tardes a la orilla del Bósforo. Todo esto le ha permitido crear estados emotivos a partir de observar la vida cotidiana de sus personajes. Porque las personas y lo cotidiano son los grandes protagonistas de su literatura. Y en este sentido, el libro que yo les quiero recomendar es Estambul. Ciudad y recuerdos, publicado por Random House y que está disponible en dos ediciones. Una de bolsillo sin, fotografías y con 448 páginas. La otra, una edición especial definitiva, presenta las fotografías que el autor ha coleccionado a lo largo de los años y tiene una extensión de 576 páginas además de 250 imágenes. En este libro, Pamuk cuenta su historia hasta los 20 años, tiempo en el que decide abandonar sus estudios de arquitectura y dedicarse a escribir. En estas páginas se mezclan la mirada íntima del autor que narra su juventud mientras trata de explicarse una ciudad melancólica que mira con nostalgia las glorias del imperio otomano y que se reconstruye a partir del embrujo seductor de la ciudad sobre varios escritores, especialmente los franceses durante el siglo XIX como Flaubert, Gautier y Nerval. Yo solo no he descubierto una ciudad maravillosamente enigmática con bestsellers que alcanzan los 200 mil ejemplares vendidos (cifra casi inalcanzable para nuestros mercados) sino a un autor distinto, que vale la pena decantar para conocer a un país con una tradición cultural única. |
Daniel mESINOEditor de libros, instructor de yoga, director y fundador de www.yogaentuempresa.com Archivos
Abril 2023
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