De manera consistente, el yoga nos recuerda la importancia de fluir y expandirnos. Muchas veces, este concepto tiene una serie de interpretaciones que generan confusión en el practicante ya que se da la impresión errónea de adoptar una postura no activa ante los acontecimientos externos.
Si bien es cierto que nuestra condiciones físicas, mentales, emocionales e, incluso, espirituales, están en constante cambio y que el sufrimiento está asociado a la falsa ilusión de que al tratar de controlar mis circunstancias viviré en un estado de felicidad, la realidad es que solamente cuando aprendemos a observar las fluctuaciones naturales de la vida, desde la calma, podremos tomar mejores decisiones. ¿Significa esto que fluir con la vida es adoptar el rol de testigo pasivo? Definitivamente no. Muchas veces la gente que nos ha visto practicar yoga o meditar asume que no pasa nada cuando en realidad, trabajamos distintos aspectos de nuestra percepción y la relación que existe entre el cuerpo, la mente y nuestras emociones. Pienso en una postura básica del Hatha Yoga que se conoce como Tadasana, o postura de la montaña. Aparentemente es una postura sencilla ya que, si se observa desde el exterior parece que se trata simplemente de mantenerse de pie. Pero como explica mi maestra Jñana Dakini, directora de Yoga Espacio, “esta espléndida postura es el origen y el regreso, el punto de partida. Comienza con los pies bien plantados en el piso. Las piernas son como troncos de roble, erguidos y preparados para sostener. Es una postura para sentirte fuerte y sólido como una montaña”. Tadasana implica una serie de acciones especificas que nos permiten conectar con la estabilidad y la dicha del equilibrio. Ejecutar esta postura presenta varios desafíos que nos exigen una atención plena en todo momento. Practicarla diariamente no solo mejora la postura del cuerpo en general, sino que fortalece los muslos, las rodillas y los tobillos además de proporcionar ligereza al cuerpo y agilizar la mente. Aunque desde afuera parece no pasar nada, por el contrario, ¡si pasa mucho! Y lo mismo ocurre con el concepto de permitirnos fluir y expandir con las manifestaciones de luz y oscuridad que transcurren de manera natural en todo lo que nos rodea. Habrá momentos luminosos y etapas oscuras. Rupturas dolorosas y comienzos llenos de esperanza, sentimientos de impotencia ante la muerte de un ser querido y la celebración alegre de recibir a un recién nacido. No es posible escaparnos de los pares de opuestos propios de la naturaleza cambiante de las circunstancias. Sin embargo, fluir y expandirnos no solo demanda ver estas fluctuaciones desde la calma y la serenidad, sino también implican la acción del movimiento. Uno de mis maestros de filosofía del yoga, solía contar la anécdota de una persona que se dirigía a un lugar de peregrinación. En su camino, se encontró con un venado. Le pidió que se alejara para que le permitiese el paso. Por más que hizo para tratar de ahuyentarlo, el venado no se movía. Muchas veces, cuando hablamos de expandirnos, queremos que otros se muevan, que nos entiendan y solo así podremos llegar a nuestro destino. Pero, ¿por qué insistimos en que sea el otro, y no yo, quién se mueva? El desafío es saber en qué momento debemos ser nosotros quiénes nos movamos, porque de lo contrario, por más que actuamos, el venado no entenderá nuestras razones.
0 Comentarios
La mente es uno de los bienes más preciados que posees. La mente te permite construir y reconstruir el mundo que te rodea. Y no me refiero al pensamiento mágico, es decir, por más que decretes “merezco abundancia”, ésta no se va a manifestar; si no que, en términos generales, la mente recibe los estímulos del mundo exterior, los procesa para interpretarlos y posteriormente, a partir de las emociones que generan la concepción del mundo, la mente también determina nuestras acciones.
Un mismo estímulo puede tener distintas interpretaciones. Así lo que para alguien puede significar un recuerdo gratificante, podría representar una experiencia traumática para alguien más. Por ejemplo, cierta cantidad en tu cuenta bancaria puede representar una fortuna o una pobreza frustrante. Por supuesto que contamos con referentes generalizados e interpretaciones similares que nos permiten cierta cohesión como sociedad, nación o clan familiar. Estos referentes son más claros de observar en ámbitos como el político, religioso, espiritual o corporativo. E incluso, en la forma de entretenernos y dedicar nuestros espacios de ocio. Compartimos admiración hacia ciertos cantantes o artistas, vestimos la camiseta de nuestro equipo de futbol favorito, apoyamos o detestamos a ciertos políticos, nos sumamos a determinadas causas o nos entusiasman ciertos platillos típicos, etcétera. A pesar de estos vasos comunicantes que hemos creado, cada uno de nosotros los codifica de manera distinta. Por eso es común escuchar expresiones como “cada cabeza es un mundo”. De aquí la importancia de cultivar una mente clara, compasiva y luminosa. El budismo enseña que primero debemos entender qué hacemos y por qué; y la meditación es una oportunidad que nos damos para observar la mente como testigos presenciales de una escenificación teatral que genera una consciencia más clara de que no somos las emociones que surgen durante los procesos cognitivos y de interpretación del mundo como nos lo estamos contando. Si no nos detenemos a observar el mundo desde la calma del estado meditativo, continuaremos generando emociones que detonen acciones en piloto automático que nos lleven al sufrimiento. ¿Cuántas veces te han dicho que la productividad está determinada por jornadas de trabajo extenuantes con horas extra? Y al salir temprano, aunque hayas cumplido con las tareas que te has fijado, te invade un sentimiento de culpa porque el resto de tus compañeros siguen en la oficina. Así entonces, ¿cómo defines la productividad? ¿Cuál es tu propia concepción? Apegarte a la definición que los demás tienen sobre la productividad, ¿te hará más efectivo en tu desempeño? Una manera de comenzar a disminuir el sufrimiento es desarrollar una consciencia plena sobre lo que pienso y la manera en qué actúo, siempre desde la calma y la claridad de una mente serena que emerge a partir de la práctica de la meditación. De lo contrario, seguiremos con los mismos patrones que limitan la creatividad para reconstruir el mundo a partir de la noción de que el cambio es una de las principales constantes de todo lo que existe en la naturaleza. ¿Acaso crees que no podrás cambiar ni aprender algo nuevo? Si alguien te dijo que eras un mal administrador, ¿significa que el resto de tu vida será un caos financiero? Si tu viste un fracaso amoroso, ¿las relaciones no son para ti? El potencial de cambio del ser humano es sorprendente y, a partir de la honestidad de conocernos a nosotros mismos e indagar en la manera que construimos nuestra interpretación del mundo, estaremos más posibilitados para comenzar a generar cambios significativos en la manera de desenvolvernos. Ejercicio de contemplación Adopta una postura cómoda. Ya sea sentado en una silla o en el piso, mantén la espalda recta con la barbilla ligeramente inclinada hacia el pecho. Tus manos sobre tus rodillas. Comienza a inhalar y exhalar por la nariz. Con cada inhalación y exhalación, detecta cualquier zona de tu cuerpo que esté tensa y relaja. Inhala en tres tiempos y exhala en seis. Repite tres ciclos de esta respiración y regresa al ritmo natural, inhalando y exhalando por las narinas. Cierra los ojos y se un testigo de tu proceso de respiración. Contempla durante unos minutos las siguientes preguntas: ¿Qué experiencia te ha marcado en el pasado que ahora determina tu manera de actuar? ¿Esta historia que te has contado, es correcta? ¿Por qué? Medita durante 15 minutos. Si requieres mayor información, puedes consultar: https://www.elsotano.com/libro/respira-medita-y-recupera-tu-felicidad-un-plan-de-28-dias-para-reconectar-con-tu-bienestar_10554856 |
Daniel mESINOEditor de libros, instructor de yoga, director y fundador de www.yogaentuempresa.com Archivos
December 2021
Categorías |